Nietzsche, Humano, demasiado humano.

Es preciso aprender a amar, aprender a ser bueno, y esto desde la juventud; si la educación y la suerte no nos dan la ocasión de ejercer estos sentimientos, nuestra alma se secará y se hará más impropia para la inteligencia de todas esas tiernas invenciones de los hombres amantes. Del mismo modo, el odio debe ser aprendido y alimentado, si queremos ser buenos odiadores; de lo contrario el germen morirá enseguida. 

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