Whatsapp, nuestra aplicación imperfecta favorita
Acaba de cumplir veinte años, pero tras una adolescencia dorada parece que el SMS es a estas alturas un atavismo a punto de estirar la pata. ¿Morir de éxito? Pues la verdad es que no. De hecho, su fin se parece más al de una lucero estrellado de Hollywood, que al de un actor imprescindible en el paseo de la fama. A pesar de que su estela haya revolucionado nuestra forma de comunicarnos -o incomunicarnos-, los días de vino y rosas quedan lejos.
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