Según el creador de 'Dilbert', el estímulo perfecto es la mala gestión

Uno de mis primeros empleos de niño incluía palear estiércol en la granja de mi tío, a las afueras de Nueva York. Las cosas iban bien hasta que me explicó que independientemente de mi desempeño, nunca sería ascendido a granjero. Ni siquiera a vaca. Había tocado el techo del estiércol.

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